Velorios de angelito

Velorios de angelito gy papcluchohisto HOR6pR 15, 2011 | 17 pagos Welorios de angelitos», espacios festivos de encuentro social- popular en torno a la muerte. Melipilla y Santiago, 1850-1900. Felipe Valdenegro presentación Este trabajo estudia una de las principales formas de «encuentro social» alrededor de la muerte de un infante; los velorios de angelitos, rito mortuorio que celebra en forma festiva la despedida de un niño, no mayor de 60 7 años, muerto que paso a «mejor vida», generando en función del rito espacio de sociabilidad al interior del mundo popular.

Festividad carnavalesca ue es vista desde fuera con evidente distancia por la elite, que una concepción de apunta sus criticas y PACE 1 ori? la muerte que el pue tiva, en el discurso Sv. ipe to de la elite las condu s del a muerte son vistas nte incivilizado. En este no como un acto sag sentido la prensa de I mente esta mirada respecto de los velorios de angelitos, repudiando con duras palabras la barbarie de este rito. Entre las variables a considerar; los velorios de angelitos resultan ser una mezcla en la que confluyen lo sagrado y lo profano, en un mismo tiempo y espacio.

Por un lado, el tradicionalismo de la religiosidad católica y por otra la xperiencia cultivada respecto de una cultura de la muerte engarzada en el seno de los sectores populares. El rito de despedida del infante, construyó espacios de sociabilidad festivos en torno a la muerte; lugares de «encuentro social universo comunitario que transforma al hogar, (la casa, la rancha) en un lugar particularmente festivo en donde; el el baile, la bebida, la comida, la alegría y la diversión se presenta en función del ritual mortuorio (muerte – fiesta).

En el contexto del trabajo, este se inscribe en la provincia de Melipilla por su carácter rural y a la vez en Santiago, por definición e carácter urbano, pero que en la época mantiene muchos de los rasgos propios del mundo rural. La intención entonces es comparar dos realidades que presentan cercanía geográfica y cultural y a partir de sus similitudes locales establecer patrones de comportamientos mas generales. La temporalidad tiene la intencionalidad de resaltar que siendo este un periodo en que la elite difunde y consolida su discurso modernizante e ideal de progreso.

Los sectores populares buscan la manera de expresar a partir de sus experiencias o acciones espacios de autonomía desde donde construyen su identidad. La metodología del trabajo, utiliza como fuente documental la prensa escrita de la época, los relatos de viajeros, bibliograffa referente al tema, el apoyo iconográfico, el cancionero y la lira popular de la época como método de reconstrucción de los espacio de sociabilidad donde se producen acciones colectivas y experiencias festivas en torno a la muerte a fin de elaborar un producto cultural que refuerce los procesos de memoria e identidad popular.

Marcos teóricos El trabajo a realizar apunta a estudiar la configuración de una forma alternativa de encuentro social, la cual se evidenciara en las ormas de sociabilidad popular del sujeto histórico quien logra construir sus propios reductos de Vlda cotidiana, en donde se despliega su vida festiva y carnavalesca, uno de estos reductos sociales se evidencia a través del rito mortuorio del velorio carnavalesca, uno de estos reductos sociales se evidencia a través del rito mortuorio del velorio del angelito.

Espacio en donde se desarrollan sus redes sociales y culturales, en su más simbólica manifestación en función del tiempo -espacio de la muerte y la fiesta, en donde el dolor por la perdida de un niño es transformada en alegría (la madre no puede llorar), y el negro olor del duelo en momento de fiesta.

La investigación propone identificar en el contexto de la «historia de la muerte» acciones de sociabilidad colectivas, para ello entendemos que estas sociabilidad se genera y construye al interior del mundo popular movida o accionada por los sujetos populares que desde el punto de vista de su historicidad «están siendo De ahí el valor o significancia que estos espacios de «encuentro social «adquieren para la cotidianidad de estos sujetos, según Agulhon; la noción de sociabilidad ha contribuido a revalorizar la historia de la vida cotidiana[l].

De acuerdo con Gabriel Salazar, estos sujetos populares son entendidos no como «entes pasivos»[2], sino que actores en actividad, por ende la posibilidad de sociabilidad de estos sujetos populares es mayor en cuanto actividad aglutinadora que los congrega, en el caso de este trabajo, aquella función aglutinadora es propiciada por el rito mortuorio del velorio del angelito que genera y establece el conjunto de redes sociales en torno a la muerte y la festividad. En el contexto de la festividad, la fiesta ha sido estudiada como una forma de sociabilidad y una manifestación cultural del pueblo

Chileno, que posee elementos tanto la raigambre Española como indigena, Benjam[n Vicuña Mackenna en su «Historia critica y social de Santia Española como indígena, Benjamín Vicuña Mackenna en su «Historia critica y social de Santiago se encargo de explicar de una manera muy ilustrativa la fusión entre la maneras de ser nativas y peninsular, señalando asi que » a la función innata de los españoles a las fiestas y al alegría pasar de la vida y de los niños se había juntado el amor invencible a la ociosidad y a la somnolencia del alcohol que en todas partes han caracterizado la raza indígena de Si bien la mirada de Vicuña Mackenna respecto de los indígenas es la compartida por el común de la sociedad, lo que aquí se rescata es el valor festivo que el pueblo chileno tiene y obtiene por tradición y fusión cultural.

Asimismo, Maximiliano Salinas, consideró que los elementos característicos de la sociabilidad popular mestiza, a saber, el baile, la comida, la bebida y el humor, tienen su origen tanto en las sociedades indígenas como en la de España oriental. En la Sevilla árabe, la combinación de estos tres principios se manifestó a ravés de la música, que aumentaba la alegría de las veladas; la comida y la bebida que permit(a compartir con los amigos; y la presencia de poetas[4]. Con la obra de Isabel Cruz «la fiesta: Metamorfosis de lo cotidiano», se dispone de una buena caracterización de la fiesta. Sus cualidades son comprendidas como fenómenos de larga duración que perviven hasta nuestros días.

Entendiendo entonces, que la fiesta, influenciada por la alegría, la belleza y la religión, forman parte de nuestra identidad como pueblo. Cruz afirmo que «la fiesta, como imaginación simbólica que se anifiesta periódicamente sobre la habitualidad, es un fenómeno histórico: se sitúa y se desarrolla en unas determinadas dim sobre la habitualidad, es un fenómeno histórico: se sitúa y se desarrolla en unas determinadas dimensiones espacio- temporales; pero, a la vez, se constituye en una de las facetas que configuran del hombre en cuanto Así como don Benjamín Vicuña Mackenna, Isabel Cruz definió la fiesta chilena como una fusión entre la tradición española e indígena, destacando de estas últimas sus elementos sagrados, miméticos, etílicos y violentos.

Gabriel Salazar definió la identidad como «la experiencia de los actores sociales locales, proyectada como memoria, actitud, conducta y movimiento»[6], algo así como una condición especial de los grupos populares para sociabillzarse, crear memoria común, una moral particular y una cultura propia, única y reproducible como colectivo. El juego y la fiesta, entendidas como conductas que tienen por fin la conmemoración, la celebración y el entretenimiento, forman parte integrante de la identidad del chileno. De lo anterior rescatamos el valor de la fiesta y el carnaval como experiencias propias de los sectores opulares en la configuración de espacios de «encuentro social», espacios de sociabilización festivos.

La construcción de un mundo popular, conlleva en este estudio a establecer que son ellos y solo ellos los que constituyen estos espacios de sociabilidad festivos en torno a la muerte. No es la elite la que por entonces busca construir espacios con cierta identidad de tipo mortuoria, porque es un hecho que en el su contexto social la muerte como expresion cultural esta ligada al acto sagrado que el catolicismo y la fe moral impregna a sus actos (exequias pomposas, misas de muertos, acto testamentario, entimiento de dolor frente a la muerte) y p sentimiento de dolor frente a la muerte) y por otro lado se siente mas preocupada de emular a la sociedad europea y reprimir los espacios públicos que por tradición republicana le pertenecen.

Entonces este mundo popular constituido por este basto abanico de sujetos populares pertenecientes al «bajo pueblo» en su concordancia y lógica cultural, y desde la subsidencia de su accionar se apropia de espacios particulares, lugares comunes que le son por pertenencia espacios de «encuentro social», de ese paso de apropiación a la necesaria autonomía social, la distancia ecorrida por la memoria colectiva se hace mas accesible a los sujetos populares. Por que frente al discurso disciplinador, modernizante e ideal de progreso, los sujetos populares ven en la festividad y el carnaval los medios de apropiación de estos espacios públicos de sociabilidad. Discusión bibliográfica. En términos concretos la muerte es un hecho trascendental de la vida, con todos sus matices y barnices, acto natural al hombre que la historiografía clásica tradicional a evitado.

Considero que el tema de la muerte es lo suficientemente significativo como para er abordado en una tesis o como objeto de estudio de un trabajo historiográfico, y pese a ciertos resquemores frente al tema de la muerte, nuevamente la historiografía europea a partir de los Annales ha dado los primeros pasos desde una perspectiva social desde las mentalidades, obteniendo un considerable éxito en el ultimo cuarto del siglo XX. En los años setenta el tema denominado «historia de la muerte» tuvo mayores investigaciones, por los aportes de investigadores como Phillippe Aries (1978 y 1982), Miche Ariés (1978 y 1982), Michelle vovelle (1 970 y 1983) y Pierre Chaunu (1978). Sus obras incorporaron al análisis histórico concepto como inconsciente colectivo, para explicar aquellas conductas realizadas por los hombres cotidianamente y que sin embargo no son manejadas por ellos de manera consciente (historia de las mentalidades).

Los trabajos realizados por Phillipê Aries en «Historia de la muerte en occidente, desde la Edad Media hasta nuestros días»[7], establece una periodización de la muerte en la historia, a partir de la cercanía o lejanía respecto a como las sociedades enfrenta y observan el tema de la muerte, estableciendo cambios graduales en su concepción, identificando na actitud frente a la muerte que no persiste en el tiempo, de acuerdo a como las mentalidades y sociedades de estos hombres cambian Otro gran exponente de esta tendencia europea de la escuela de los Annales es Michelle Vovelle, historiador al cual se le reconocen dos grandes valores. En primer lugar, que ha sido uno de los pocos historiadores que se han dedicado con profundidad a la reflexión teórica y metodológica defendiendo las historias de las mentalidades en concreto. En segundo lugar, que elaboro un a metodología en la cual se han basado prácticamente todos los historiadores posteriores que han estudiado el tema.

Vovelle fue el creador del análisis serial de conjuntos amplios de testamentos para el estudio ante la muerte. Vovelle plantea para la historia de la muerte tres niveles de categorización: Primero la muerte sufrida (es el hecho en si), Segundo la muerte vivida (es la red de gestos y ritos que acompañan el recorrido de la enfer muerte vivida (es la red de gestos y ritos que acompañan el recorrido de la enfermedad a la tumba y el mas allá: practicas funerarias mágicas, etc. ; en estas actividades tales como los funerales, sepulturas y el duelo, se expresa una determinada sensibilidad a la muerte). Tercero, el discurso de la muerte (es el corpus de ideas -discurso filosófico, científico, etc. – que tiene esa sociedad concreta sobre la muerte)[8].

Es viable decir que Vovelle realizó la contribución teórica y metodológica más sólida al estudio de la «historia de la muerte». Por su parte, Aries tiene el merito de hacer llegar su teoría de las edades de la muerte, a través de un relato ameno, a un público mucho mas amplio. En Chile, los pasos dados por la historiografía han sido pausados y largamente influenciado en las últimos años por la escuela de los Annales. Quizás los primeros aprontes a la emática de la muerte fueron dados a principios del siglo XX por Diego Barros Arana en su obra «El entierro de los muertos en la época obra en cual son presentadas por el autor las manifestaciones funerarias practicadas en el Chile colonial.

Siguiendo la línea de los estudios seriados de Michelle Vovelle, Julio Retamal realiza un estudio en el que analiza las diferentes representaciones que en la sociedad chilena de la Colona se reallzaban en torno al tema de la muerte, apoyándose fundamentalmente en los antecedentes entregados por los testamentos de hombres y mujeres que, conviviendo con la ncertidumbre del curso de sus vida, se preparaban para el recibimiento de la muerte. A través de tales legados se logra describir pasajes sobre el sentido e importancia de la muerte como también las diversas prácticas y ritos qu pasajes sobre el sentido e importancia de la muerte como también las diversas prácticas y ritos que la acompañaban. 10] Singular aporte a la historiograffa de la muerte han sido los trabajos del historiador Marco León León [11]quien a partir de estudios como «la cultura de la muerte en Chiloé» en donde a través del análisis de la geografía, creencias, ritos y la simbología e los cementerios, examina la cultura de la muerte en la mítica isla de Chiloé, desde sus primeros habitantes hasta nuestros días, o bien en su trabajo «Sepultura sagrada, tumba profana: los espacios de la muerte en Santiago de Chile, 1883-1932» en donde Marco León León desarrolla el interés por estudiar la historia de los cementerios santiaguinos, es decir la historia de las manifestaciones espirituales y materiales en torno a la muerte, lo que Vovelle llama «la muerte vivida»: el conjunto de gestos ritos, practicas y representaciones a través de las cuales la sociedad hilena ha dado expresión a la vivencia de la muerte. Desde una perspectiva mas amplia Isabel Cruz amenazar a logrado en su obra «La muerte transfiguración de la vida», por primera vez una aproximación global a la muerte en el periodo colonial, estudio en el que se entrecruzan reflexiones filosóficas, teológicas, sociológicas e historiográficas, mostrando la dlversidad de mlradas que pueden ser involucradas al realizar el estudios sobre la muerte, que en el caso de la obra de Isabel Cruz, identifica y caracteriza todas las etapas del culto mortuorio (momento de la muerte, velorio, exequias, funeral, entierros ntramuros al interior de las iglesias)[1 2].

En relación a una de estas etapas del culto mortuorio, los velorios y mas precisamente los ve relacion a una de estas etapas del culto mortuorio, los velorios y mas precisamente los velorios de angelito han sido una temática a la cual se le ha dado suaves pinceladas, siendo generalmente una parte estudiada al interior de un cuerpo mayor de investigación. Gustavo Boldroni en su articulo » el velorio derl angelito, la otra carta del luto», resalta la importancia, mas allá de solo describir el rito mortuorio, de intencionar estudios a fin de e recuperar una parte de de nuestra memoria popular que el oficialismo a través de artimañas legales, sanitarias e históricas han dejado recluida en el olvido[13].

En otro sentido, el estudio de los velorios de los angelitos ha sido visto desde la mirada del análisis lírico y métrico de la comparsa de versos a lo humano y lo diwno, como es el caso de Fidel Sepúlveda[14], y desde la misma vereda poética-histórica Maximiliano Salinas en «Canto a lo divino y religión del oprimido en Chile» repasa y describe los velorios de los angelitos desde su origen Andaluz, pasando por la visión que de el se formaron iajeros y cronista extranjeros de la época, para finalmente descansar y rescatar el valor de los versos por «despedimiento de En un sentido estricto y apegado a la problemática de este trabajo, que guarda relación con la configuración de de espacios de sociabilización a partir de la reunión de la parentela y la comunidad local alrededor de un infante muerto (velorio del angelito) ha sido de gran utilidad el trabajo de Maurice Agulhon «la sociabilidad categoría histórica», a partir del cual es posible categorizar la idea de la presencia de espacios comunes de origen espontáneo, que congregan al comunidad en torno a una vid