los caminos azules cz

los caminos azules cz gyJoseIyn-Mata I Ocopa,nR 15, 20 IE Epagcs En un pueblo lejano, donde no caía la lluvia y donde el sol aparec[a una vez por semana, vivía y reinaba un hombre, que por culpa de los encantos de Sísifo*, se había convertido en un sujeto, un poco terco, un poco necio, un poco ego[sta con sí mismo. Un día decidió convocar a una reunión maestra, donde el elegiría a la única mujer que sería capaz de gobernar junto a él, se presentaron muchas mujeres de diversos lugares, bajas, altas, flacas, gordas, rubias, morenas, ofreciéndoles la receta ecreta para que su reino salga de las penumbras.

Debido a su austeridad, ninguna termino por convencerlo. Al día siguiente, decidió salir a caminar fuera de su reino, pensó que así encontraría lo que buscaba, bajando la quebrada que lo guiaba a los caminos azules, encontró unas piedritas de oro, se agacho a recogerlas y ense uida a arecia una anciana, ella le Swp to page cuestiono «¿Lo que e or6 afirmo «Las cosas so e n le sonrió, con sus sua s ma los ojos y le dijo «Jam ella no habita». «Quie 10 s con toda seguridad entra», la anciana stro, lo miro a si en tu corazón ad… igue los aminos azules… y así también tu pueblo vera el sol y a la lluvia orquestando el principio de la primavera. » «Ve… y sana sana tu corazón. » Sabes que la verdad es el símbolo de toda felicidad, representa libertad, la maldad te hará creer que lo que consigues tropezado con los demás es tuyo y te pertenece irrevocablemente, pero no te permite ver que estas dejando que ella destruya todo dentro de ti, infectándote como un enfermedad de muerte lenta…

No esperes encontrar a una persona realmente verdadera si tu amor propio y aceptación no te permite ser honesto contigo mismo. Acepto mi culpa, pero y que paso cuando te pedí que no hicieras algo y lo hiciste, por respeto, que paso cuando creíste que yo tomaría algo que no era mío, que paso cuando me dijiste que no habías hecho algo que si hiciste y finalmente que paso cuando sin pruebas reales decidiste contaminar más tu energía con la mía acostándote con la primera opción que tenías.

No quiero volver a hablar más de esto NUNCA más, porque no busco culpables porque desde el principio fui también consiente de muchas situaciones, no busco culpables que nos anclen al pasado, no e culpo ni te culpo, de esto solo queda la enseñanza y ahora la pregunta no es ¿Por qué? Sino ¿Para qué?. Te extraño. Y por mi lado si me preguntas, eh borrado el casete. Recuerda no pidas lo que no das ni creas tuyo lo que no tienes, tu corazón necesita ser sanado ya que ese rencor guardado es el que te lleva a accionar como no deberías, sin conciencia.

Y también recuerda qu guardado es el que te lleva a accionar como no deberías, sin conciencia. Y también recuerda que si estas huyendo de algo que te da miedo… acabas de descubrir por dónde empezar. ¿un regalo perfecto de navidad? Dejar el rencor y los miedos a un lado, diluir el resentimiento y dejar que los sentimientos pertenecientes a tu esencia fluyan… un regalo no para mi, para ti. Y para mi.. el mejor, verte, quizá como amigos solamente. Te amo. DECIDE, ACTUA Y SERAS LIBRE. P. D. Nunca humilles a nadie, amate más, porque aqu[ todos somos iguales, el mundo da muchas vueltas, ahora estas arriba mañana quien sabe. 3 ANEXO – EL MITO DE síSlF0 Sísifo es uno de los personajes más interesantes de la mitolog(a griega. Vencedor de la Muerte, amante incondicional de la vida, Sísifo engañó a los dioses para escapar de los Infiernos y por ello ue condenado por Zeus a un castigo cruel por toda la eternidad: debía subir a fuerza de brazos una gran piedra hasta una cumbre del inframundo. Pero cada vez que el desdichado llegaba a la cima, la roca se le escapaba de las manos y rodaba por la ladera hasta abajo. No le quedaba otro remedio que descender y recomenzar su esfuerzo, sabiendo que nunca sería coronado por el éxito.

Esta lucha indefinidamente recomenzada, en una eterna rotación de pesadilla, simboliza el absurdo de una búsqueda sin esperanza. La figura de Sísifo se ha evocado siempre com 31_1f6 imboliza el absurdo de una búsqueda sin esperanza. La figura de Sísifo se ha evocado siempre como paradigma de una tarea extenuante y descorazonadora. Albert Camus le dedicó una de sus obras, en la que imagina al hombre como un Sísifo feliz, que, en medio de la aridez y la monotonía de su vida cotidiana vislumbra que su existencia no es ni más ni menos absurda que otras, sino una vida como cualquier otra.

Camus propuso la figura de un hombre frío, conocedor de ese supuesto absurdo de la vida y buscador infatigable de placeres que puedan dar algo de dicha a su existencia. Esa figura ejerció una notable fascinación para las generaciones salidas de la Segunda Guerra Mundial, y aún hoy, más de medio siglo después, es una imagen que late dentro del corazón de muchos que buscan con ansledad en el placer un poco de calor que suba la temperatura de sus vidas. Con frecuencia, al ansioso del placer se le ha adornado con una aureola romántica, como si fuera un galán que busca en abrazos sucesivos un difícil encuentro con el amor.

Pienso que la realidad es bastante más prosaica. El ansioso del placer es, más bien, un hombre triste que ha comprendido la esterilidad de su úsqueda, pero que no puede o no quiere cambiar de camino. Sabiendo que no puede saciarse por la «calidad», se entrega a la «cantidad’ , a una cadena de goces rápidos y epidérmicos. Son apegos y pasiones qu la «cantidad», a una cadena de goces rápidos y epidérmicos. Son apegos y pasiones que carecen de lirismo, y hay en ellos una especie de frialdad naturista que casi reduce sus afanes al plano del instinto.

Recuerdan el castigo de Sísifo. Recomienzan sin tregua un juego que saben vano, destinado a un constante fracaso. Han pretendido engañar a la naturaleza, como Sísifo lo ntentó con los dioses del Olimpo, y el castigo siempre acaba por llegar. Quien ha dejado que la búsqueda ansiosa del placer se establezca en su interior, y permite el quebranto de las exigencias eticas de la naturaleza, tarde o temprano se encuentra, como Sisifo, luchando con denuedo en una tarea extenuante y desesperanzada.

Lo que al principio había imaginado como un edén, como una dicha constante basada en el libre y apasionado disfrute de los placeres, ha acabado en una dolorosa decepción. La prometida fiesta resulta un engaño, y aparece implacable la erca realidad, el mal que se ha instalado, que se ha hecho fuerte dentro de uno mismo. Se creía quizá enamorado de muchas cosas, y descubre que satisfacer su egoísmo ha acabado por ser su mayor preocupación.

El egoísta se encuentra un día, antes o después, con el tormento de no saber amar y de no ser amado. El placer ocupa demaslado su mente, sus intereses. Le lleva a actuar de un modo que, luego, a solas consigo mismo, le avergüenza profundamente. intereses. Le lleva a actuar de un modo que, luego, a solas consigo mismo, le avergüenza profundamente. Comprende ntonces el engaño que se ha colado en su corazón, escondido tras la sombra de unos placeres que había querido ver como inofensivos e incluso buenos.

Algunos buscan entonces refugio en placeres mayores, o que aporten algo de novedad respecto al tedio en que han caído, pero fracasan de nuevo, porque el egoísmo es un animal voraz al que no se puede dejar crecer en nuestro corazón porque entonces nos devora por dentro. En lugar de la inocencia, del paraje delicioso y encantador que nuestros ojos habían visto y deseado, aparece un horizonte como el de Sísifo, falto de esperanza, sórdido, en el que nunca llega a esaparecer una voz que nos dice que nos hemos equivocado.

A todos nos pasa un poco lo que a Sísifo, en mayor o menor medida, en algún ámbito de nuestra vida: con el afán de poseer, de figurar o de poder; o con el refugio en la pereza, la lujuria, el alcohol, o lo que sea. Pero hay, por fortuna, una diferencia. Sísifo no pod[a abandonar su absurda e inacabable repetición. Nosotros, en cambio, podemos abrir los ojos a la verdad y decidirnos a cambiar. Además, podemos pedir ayuda. Y ayuda a Dios, si somos creyentes. Fuente: Alfonso Agu ló www. interrogantes. net