Garreton

La transformación de la acción colectiva en América Latina [ú] Manuel Antonio Garretón Asistimos al desaparecimiento del paradigma clásico que veía en la posición estructural el elemento determinante en la conformación de la acción colectiva y de los actores sociales.

Producto de los cambios estructurales y culturales en el mundo y la región —la transformación de la débil sociedad industrial de Estado nacional en Latinoamérica y la desarticulación de las relaciones clásicas entre Estado y sociedad— la acción colectiva tiende a configurarse principalmente a través de cuatro ejes: a emocratización política; la democratización social o lucha contra la exclusión y por la ciudadanía; la reconstrucción y reinserción de las economías nacionales o la reformulación del modelo de desarrollo econó modernidad.

Ello da más ligados a lo soci más centrados en rei inclusión que en pro OF SO p un modelo de más fluctuantes, -economco y des de vida y por lobal. Las orientaciones analíticas Durante décadas predominó un paradigma teórico y práctico de la acción colectiva y los actores sociales en la región, concordante con los paradigmas predominantes de las ciencias ociales a escala mundial.

Este afirmaba, primero, una unidad o correspondencia entre estructura y actor; segundo, el predomino de la estructura sobre el actor, y tercero, la existencia de un eje central provisto por las estructuras y los procesos emanados de ellas, que actuaba como principio constitutivo de toda acción colectiva y de la conformación Swige to vlew next page conformación de actores sociales. Es decir, el paradigma clásico, teórico y práctico, en relación a los actores sociales y a la acción colectiva privilegiaba la dimensión estructural.

Este era el componente «duro» de la sociedad, en anto el actor y la acción colectiva eran el componente «blando». Existe la convicción generalizada que este paradigma ya no da cuenta de la realidad actual. Ello porque, por un lado, en el mundo de hoy se han producido enormes transformaciones estructurales y culturales que nos enfrentan a un tipo societal distinto. por otro lado, han aparecido nuevas formas de acción social y nuevos actores, al mismo tiempo que se transformaban las pautas de acción de los actores sociales clásicos.

Si desde el análisis de los actores y las formas de acción colectiva el vuelco el paradigma clásico tiene varios hitos[l], desde el punto de vista de los fenómenos sociales mismos, los movimientos de derechos humanos y los movimientos democráticos bajo las dictaduras, movimientos étnicos como los de Chiapas o las redes de organizaciones sociales y experiencias de barriales de ciudadanía en Perú, por citar ejemplos emblemáticos, nos parecen marcar una distancia con el paradigma de acción colectiva que hemos denominado clásico, aunque incorporan y redefinen muchos de sus elementos, lo que es más claro aún en el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil.

En lo que sigue intentaremos una esquematización de algunas de las orientaciones analíticas que contribuyen a configurar un posible paradigma en ciernes sobre actores y acción colectiva en América Latina[2]. Se trata de ir más allá de un determinismo estructural de tipo universal y de superar la visión de una correlación esencialista y abstracta, d universal y de superar la visión de una correlación esencialista y abstracta, definida de una vez para siempre, entre economía, política, cultura y sociedad, es decir, la idea de que a un sistema económico dado corresponde necesariamente una determinada orma politica o cultural o viceversa. Así, en una sociedad determinada es posible discernir niveles o dimensiones y esferas o ámbitos de la acción social.

Respecto de los primeros, imbricados entre si aunque con autonomía unos de otros, ellos son: los comportamientos individuales y las relaciones interpersonales que definen los llamados «mundos de la vida», los niveles organizacional e institucional que corresponden al mundo de las instrumentalidades, y la dimensión histórico- estructural, de proyectos y contra-proyectos, que definen lo que algunos llaman la Respecto de las esferas o ?mbitos de acción, ellas corresponden al modo de satisfacer las necesidades materiales de la sociedad, lo que se llama economía; a las fórmulas e instituciones de convivencia, conflictos, estratificación o jerarquización que definen la estructura u organización social en un sentido amplio; a la configuración de las relaciones de poder referidas a la conducción general de la sociedad, lo que se denomina política; y a los modelos éticos y de conocimiento y su aplicación, las visiones del tiempo y la naturaleza, la representación simbólica y la socialización, que es o que llamamos cultura. El esquema de determinaciones entre estas esferas y dimensiones es flexible, cambiante e histórico. Asimismo, una sociedad determinada se define a partir de la particular configuración de las relaciones entre i) Estado, ii) régimen y partidos políticos, y iii) sociedad civil o ba O relaciones entre i) Estado, ji) régimen y partidos politicos, y iii) sociedad civil o base social. Esta relación históricamente acotada es lo que permite hablar de una matriz sociopolltica.

El concepto de matriz sociopolítica o matriz de constitución de la sociedad lude a la relación entre Estado, o momento de la unidad y dirección de la sociedad; sistema de representación o estructura político-partidaria, que es el momento de agregación de demandas globales y de reivindicaciones políticas de los sujetos y actores sociales, y la base socioeconómica y cultural de éstos, que constituye el momento de participación y diversidad de la sociedad civil. La mediación institucional entre estos elementos es lo que llamamos el régimen político. La perspectiva Indicada hace recaer el peso del análisis en los actores, su constitución e interaccion.

Cuando hablamos de actor sujeto[4], nos referimos a los portadores, con base material o cultural, de acción individual o colectiva que apelan a principios de estructuración, conservación o cambio de la sociedad, que tienen una cierta densidad histórica, que se definen en términos de identidad, alteridad y contexto, que se involucran en los proyectos y contraproyectos, y en los que hay una tensión nunca resuelta entre el sujeto o principio constitutivo y trascendente de una determinada acción histórica y la particularidad y materialidad del actor que lo invoca. No todo lo que se mueve o ctúa en una sociedad es un actor en el sentido sociológico del término, podríamos llamarlo simplemente agente. Tampoco todo lo que llamamos actor es siempre portador de una alta densidad histórica. De modo que puede definirse una doble matriz de actores en una sociedad determinada. Una es la matriz s modo que puede definirse una doble matriz de actores en una sociedad determinada.

Una es la matriz sociopolítica o constituyente o gestatriz de sujetos y que se refiere a las relaciones mediadas por el régimen político entre Estado, representación y base socioeconómica y cultural. La otra es la atriz configurativa de actores sociales en la que cada uno de ellos ocupa una posición en las dimensiones o niveles y en las esferas o ámbitos mencionados más arriba. Al referirnos a procesos politicos de lucha y cambio social, el tema de los actores sociales se recubre con el de los movimientos sociales, definidos como acciones colectivas con alguna estabilidad en el tiempo y algún nivel de organización, orientados al cambio o conservación de la sociedad o de alguna esfera de ella.

La idea de Movimiento Social tiende a oscilar entre dos polos: la respuesta coyuntural a una determinada situación o problema la encarnación del sentido de la historia y el cambio social. Desde nuestra perspectiva, ambos polos pueden ser vistos como dos dimensiones de los movimientos sociales. Por un lado, el Movimiento Social (mayúsculas, singular) orientado al nivel histórico-estructural de una determinada sociedad y definiendo su conflicto central. por otro lado, movimientos sociales (plural, minúsculas), que son actores concretos que se mueven en los campos de los mundos de la vida y de las instrumentalidades, organizacional o institucional, orientados hacia metas especificas y con relaciones problemáticas, que se definen en cada sociedad momento, con el Movimiento Social Central.

Los movimientos sociales son un tipo de acción colectiva y no el único, y deben ser distinguidos al menos de otras dos formas de acción colectiva importante el único, y deben ser distinguidos al menos de otras dos formas de acción colectiva importantes en sociedades en cambio, como son las demandas y las movilizaciones[5]. II La acción colectiva en la matriz clásica En términos generales, podemos decir que la matriz sociopolítica latinoamericana, que denominaremos indistintamente clásica, político-céntrica o nacional popular[6], y que prevaleció desde la écada de los treinta hasta los setenta, con variaciones acordes con los períodos y los países, se constituyó por la fusión de diferentes procesos: desarrollo, modernización, integración social y autonomía nacional. Toda acción colectiva estaba cruzada por estas cuatro dimensiones y todos los diferentes conflictos reflejaban estas fusiones.

La principal característica de la matriz nacional popular, en términos típico-ideales, era la fusión entre sus componentes, es decir, el Estado, los partidos politicos y los actores sociales. Esto significaba una débil autonomía de cada uno de estos omponentes y una mezcla entre dos o tres de ellos, con subordinación o supresión de los otros. La combinación particular entre ellos dependía de factores históricos y variaba de país en país. En cualquier caso, la forma privilegiada de acción colectiva era la política y la parte más débil de la matriz era el vínculo institucional entre sus componentes, es decir, el régimen político; de ahí sus fluctuaciones o CICIOS reiterativos entre democracia y autoritarismo.

En esta matriz clásica el Estado desempeñaba un rol referencial para todas las acciones colectivas, ya fueran el desarrollo, la ovilidad y movilización sociales, la redistribución, la integración de los sectores populares. pero era un Estado con débil autonomía de la soci redistribución, la integración de los sectores populares. Pero era un Estado con débil autonomía de la sociedad y sobre el que pesaban todas las presiones y demandas tanto internas como externas. Esta interpenetración entre Estado y sociedad le daba a la política un papel central; pero salvo casos excepcionales, se trataba de una política más movilizadora que representativa y las Instituciones de representación eran, en general, la parte más ébil de la matriz.

Siempre en términos esquemáticos y típico-ideales, es posible afirmar que junto con la clásica matriz sociopolítica existía un actor social central que puede ser definido como el Movimiento Nacional Popular, y que abarcaba los diferentes movimientos sociales, a pesar de sus particularidades. Esto significa que cada uno de los movimientos sociales particulares era al mismo tiempo, y en grados diversos, desarrollista, modernizador, nacionalista, orientado hacia el cambio social y se identificaba como parte del «pueblo». Este último era considerado como el único sujeto de la historia. El movimiento o actor social paradigmático del Movimiento Nacional Popular fue generalmente el movimiento obrero, pero en diferentes períodos este liderazgo fue cuestionado, por lo que se le reemplazaba por la apelación a otros actores, como los campesinos o los estudiantes o las vanguardias partidarias.

Así, las caracter[sticas principales de este actor social o Movimiento Social Central fueron, en primer lugar, la combinación de una dimensión simbólica muy fuerte orientada al cambio social global con una dimensión de demandas muy concretas. Esto significa la asunción implícita o explícita de la orientación evolucionaria aun cuando los movimientos concretos fueran muy 7 SO de la orientación revolucionaria aun cuando los movimientos concretos fueran muy «reformistas». En segundo lugar, la referencia al Estado como el interlocutor de las demandas sociales y como el locus de poder sobre la sociedad. Esto significa una omnipresente y compleja relación del movimiento social con la política, pudiendo ser ésta la subordinación completa a los partidos, la instrumentación de éstos o un estilo de acción más independiente.

En consecuencia, la debilidad de la base estructural de los movimientos sociales se compensaba con la pelación ideológica y política III La desarticulación de la matriz nacional popular El intento de desmantelar la matriz clásica o politico-céntrica por parte de los regímenes militares de los años sesenta y setenta, y algunas transformaciones institucionales o estructurales que también ocurrieron en otros países sin este tipo de autoritarismo, en los ochenta[7], Implicaron algunas consecuencias profundas para los actores sociales y formas de acción colectiva. Por un lado, hay dos significados entrelazados en la acción de cualquiera de los movimientos y actores sociales particulares ajo los autoritarismos. Uno es la reconstrucción del tejido social destruido por el autoritarismo y las reformas económicas[8].

El otro es la orientación de las acciones, en el caso de regímenes autoritarios, hacia el término de éste, lo que politiza todas las demandas sectoriales no específicamente politicas. por otro lado, debido a la naturaleza represiva de los regímenes autoritarios o militares, y al intento de desmantelamiento general del Estado desarrollista, que también se dio en los casos en que no hubo régimen militar, la referencia al Estado y los vínculos con la política cambia asos en que no hubo régimen militar, la referencia al Estado y los vínculos con la poltica cambian dramaticamente para los actores sociales particulares, llegando a ser más autónomos, más simbólicos y más orientados hacia la identidad y autorreferencia que a lo instrumental o reivindicativo[9].

Durante el momento represivo más intenso en los inicios del autoritarismo, la orientación principal de cualquier acción colectiva tiende a ser la autodefensa y sobrevivencia; es decir, el tema central es la vida y los derechos humanos[10]. Cuando el régimen autoritario o militar mostró su dimensión más undacional, los movimientos se diversificaron en variadas esferas de la sociedad y se orientaron más hacia lo cultural y social que hacia lo económico o político. Finalmente, cuando el régimen comenzó a descomponerse y su término fue visto como una posibilidad real, los actores sociales tendieron a orientarse hacia la política y hacia una fórmula institucional de transición que asumía e involucraba todas las diferentes expresiones previas de acción colectiva.

Respecto de los movimientos sociales particulares, el intento del autoritarismo por cambiar el rol del Estado, asf como los ambios en la economía y la sociedad, transformaron los espacios de constitución de aquellos, principalmente debilitando sus bases institucionales y estructurales a través de la represión, la marginalización y la informalización de la economía. En lugar de los movimientos organizados, la principal acción colectiva durante las dictaduras fueron las movilizaciones sociales que tendían a enfatizar su dimensión simbólica por sobre la orientación reivindicativa o instrumental. Es significativo, en este sentido, el rol de liderazgo simbólico alcanz reivindicativa o instrumental. Es significativo, en este sentido, el rol de liderazgo simbólico alcanzado por el Movimiento de Derechos Humanos.

El fue el germen de lo que podríamos llamar el Movimiento Social Central del período de ruptura de la matriz nacional popular bajo los autoritarismos: el Movimiento Democrático. IV La globalización y la transformación de la sociedad moderna Dos fenómenos han cambiado significativamente la problemática de la acción colectiva en el mundo de hoy. Por un lado, la llamada globalización, en cuanto interpenetra económicamente (mercados) y comunicacionalmente (mediática, nformación, redes reales y virtuales, informática) a las sociedades o segmentos de ella y atraviesa las decisiones autónomas de los Estados nacionales[11], ha tenido varias consecuencias. Una es la desarticulación de los actores clásicos ligados al modelo de sociedad industrial de Estado nacional.

Otra, con sus propias dinámicas más allá de la globalización, es la explosión de identidades adscriptivas o comunitaristas basadas en el sexo, la edad, la religión como verdad revelada y no como opción, la nación no estatal, la etnia, la región, etc. Una tercera son as nuevas formas de exclusión que expulsan masas de gente estableciendo un vínculo puramente pasivo y mediático entre ellas y la globalización. Finalmente, la conformación de actores a nivel globalizado que enfrentan a su vez a los poderes fácticos transnacionales, los movimientos antiglobalización. Por otro lado, lo que está ocurriendo en todas partes del mundo, y en América Latina con algunas características particulares que indicaremos, es un cambio fundamental del tipo societal predominante en los últimos siglos. Este puede resumirse en 0 DF 50