ejemplo ETNOGRAFIA

Desconstruyendo jerarquías. Reflexiones autoetnográficas sobre un trabajo de campo en barrios aledaños al ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio de Campo la Ribera (Córdoba, Argentina) Vanesa Garbero Resumen: En este trabajo me propongo reflexionar sobre el acceso y consecución del trabajo de campo y desmarañar aspectos que hacen a mi subjetividad, como sujeto cognoscente, en el proceso de realización de mi investigación.

Es un ejercicio de escritura que se enmarca en el subgénero literario — científico denominado autoetnograffa, el cual exhorta a quien investiga a ealizar permanentemente su propio socio-análisis, cuestionar su habitus, romper la ilusión de distancia neutral con el objeto conocido, escribir en rimera ersona ex oner sus emociones View next pase y sentimientos para 7 cultural en la compre ión _ concluye en la vivenc el tr experiencia transfor y comprender el mu am lo personal y lo iales.

El escrito como una anera de ver, sentir la; a la vez propone que las relaciones de poder que se establecen en la realización de la investigación, en sus diversas manifestaciones, son relaciones complejas, variables y se negocian con los/las colaboradores/as; en la necesidad de introspección intensa y permanente para revisar las jerarquías, que a pesar de las buenas intenciones, el/la investigado /a puede perpetuar sobre las comunidades marginales en las que trabaja.

Palabras clave: autoetnografía; investigación cualitativa; tra Swipe to kdew next page K0MaHAa I ecwposawe OKHO Cnpa3Ka trabajo de campo; subjetividad del sujeto cognoscente; relaciones de poder; narrativas Índice 1. Introducción 2. Encuadre autoetnográfico 3. Retrospectiva del trabajo de campo 3. 1 Primer acercamiento al campo 3. 2 Construyendo redes 3. La red de entrevistas, compromisos y advertencias 3. 4 Apertura ante los hallazgos 4.

A modo de cierre: de-construcción de las relaciones de poder Notas Referencias Autora Cita En el marco de la realización de mi investigación de maestría en sociología estuve interesada en comprender las memorias en torno al terrorismo de Estado de los/as vecinos/as del ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio (en adelante CCDTyE) Campo de La Ribera y del Cementerio San Vicente (Córdoba, Argentina) a fin de analizar los modos en que ellos/ellas reconstruyen desde su experiencia dicha época onflictiva y los marcos locales y de sentido que intervienen en tales construcciones.

Además quise comprender los modos de articulación entre su vida cotidiana y los sitios relacionados con el terrorismo de Estado tanto en los años de violencia política como en la actualidad. [1] A modo de síntesis señalo que en marzo de 1976, en Argentina, se puso en marcha un plan sistemático para «neutralizar a la mayoría de las organizaciones populares y disuadir cualquier tipo de oposición al proyecto refundacional» (SERVENTO 2004, p. 44). Se instaló lo que se conoce como terrorismo de Estado, que mplicó la utilización del p del Estado y su aparato, 37 despoiando a los/las ciuda odos sus derechos civiles derechos civiles y libertades públicas, anulando las garantías constitucionales y marginando el poder judicial (SERVATO 2004). Sin embargo, el terrorismo de Estado fue gestándose durante los años previos al golpe de Estado de 1976.

A poco de iniciarse el tercer gobierno peronista y con mayor intensidad durante 1975, la represión ilegal y el ejercicio de la violencia estatal cada vez más indiscriminada estuvo a cargo grupos parapoliciales y paramilitares que contaban con el respaldo financiero y logístico e agencias estatales como el Ministerio de Bienestar Social, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), gobernadores provinciales, estructuras policiales nacionales y provinciales (NOVARO & PALERMO 2006). Córdoba, al gual que otras provincias, 1) fue un foco temprano de la represión y el terror.

En febrero de 1974 fue intervenida por el jefe de la policía de la provincia, teniente coronel Antonio NAVARRO. A ese hecho se lo conoce con el nombre del «Navarrazo» y significó el control del gobierno a nivel político y de la Confederación General del Trabajo (CGT) regional. ) También representó «un avance de los sectores ortodoxos del peronismo y el inicio de una fase de represión y de depuración ideológica, mediante persecuciones y detenciones a dirigentes políticos y sindicales» (SOLÍS 2005, p. 76). 3] Uno de los dispositivos de poder característico del terrorismo de Estado en Argentina fue la desaparición sistemática de personas. Un centenar de CCDTyE «constituyeron el presupuesto material indispensable de la política de desaparición de personas. Por ellos pasaron millares de hombres y mujeres, ileg[timamente privado 37 desaparición de personas. Por ellos pasaron millares de hombres y mujeres, ilegítimamente privados de su libertad, en estadías que muchas veces se extendieron por años o de las que nunca retornaron» (CONADEP 1996, pp. 4-55). [4] Centré mi investigación en vecinos/as de los barrios Maldonado y Müller; jóvenes y/o adultos/as entre 1975 1983, que residen allí al menos desde esos años hasta la actualidad. Conviene aclarar que las personas entrevistadas no formaron parte del aparato del terrorismo de Estado, ni son víctimas directas del accionar represor, ni familiares de cualquiera de los anteriores o de los desaparecidos.

Se trata de una parte de la sociedad civil que suelen considerarse a sí misma como «no protagonistas» de los hechos de violencia politica ocurridos en el país. A su vez, decidí centrarme en los/las vecinos/as de Maldonado y Müller debido a que esos barrios se encuentran ubicados muy próximos a lo que consideramos dos «puntos de referencia» (POLLAK 2006) donde tuvieron lugar prácticas del terrorismo de Estado, como son el Cementerio San Vicente y el ex CCDTyE Campo de la Ribera. En el Cementerio San Vicente hallaron y exhumaron fosas comunes en los años 1984Y 2003.

Hasta el ano 2008 se logró identificar restituir a sus familias los restos de catorce personas que se encontraban desaparecidas (OLMO & SALADO PUERTO 2008) – una de ellas producto de la primera excavación y los otros trece, de la segunda en 2003. [5] En este escrito puntualmente me interesa desandar mi experiencia de realización del trabajo de campo en el marco de esa investigación cualitativa y los aspectos de mi subjetividad, como sujeto c 4 37 de esa investigación cualitativa y los aspectos de mi subjetividad, como sujeto cognoscente, que se pusieron en juego en el proceso.

En este sentido, me focalizaré en las estrategias que deé para ingresar en un territorio que si bien es cercano al centro de la ciudad, simbólicamente existe un abismo y cuyas dinámicas barriales desconocía; el rol de los «porteros»; los obstáculos que encontré; los miedos y las dudas con las que lidié; los juegos de poder; entre otras cuestiones que hacen al proceso y producto de la investigación. 6] Este trabajo es un ejercicio de escritura que corresponde al subgénero autoetnográfico, el cual incita al sujeto cognoscente a auto-vigilarse y analizarse durante la realización del trabajo de producción para presentarlo como parte del análisis realizado MARTÍNEZ 2014). Recurro a mi propia experiencia para reflexionar sobre la dinámica de la investigación, no como algo anecdótico sino como ejercicio de «reflexividad» (MAL LIMACI & GIMENEZ BELIVEAU 2007; VASILACHIS DE GIALDINO 2000) que constituye a la investigación en sí misma. 7] A continuación, desarrollo una breve explicación de la perspectiva de la autoetnograffa. Luego, narro mi experiencia en la realización del trabajo de campo. Concluyo reflexionando sobre diferentes aspectos relacionales de poder, comprendiendo la vivencia del trabajo de campo como una experiencia personal transformadora revisando ciertas acciones que pueden reproducir jerarquías sociales, en el sentido que propone TILLEY-LUBBS (2009). 8] Desde mediados de la década del ochenta y con mayor énfasis en los años noventa, las ciencias sociales y la s 7 mediados de la década del ochenta y con mayor énfasis en los años noventa, las ciencias sociales y la investigación cualitativa en particular experimentaron lo que después se denominó «crisis de la representación», que significó el cuestionamiento a las normas clásicas para llevar a cabo la Investigación científica – paradigma positivista – y dio lugar a la legitimación de nuevas propuestas ara generar conocimiento y exponer los resultados.

En ese contexto, DENZIN y LINCOLN (2000) afirmaron que las críticas a los criterios positivistas y post-posltivistas abrieron el espacio para discutir otras maneras de observar, analizar, comprender y escribir. [9] En el marco de la crisis de representación surge la autoetnograffa como un subgénero literario – cientifico (DENZIN 2014). Para algunos/as de sus fundadores/as y principales exponentes es una perspectiva de investigación cualitativa y, para otros/ as, es una rama especifica de la etnografía, o ambas cosas a la vez (ELLIS, ADAMS & BOCHNER 2011 ; RICHARDSON, cit. r BLANCO 2012a; TILLEY-LIJBBS 2014). La «autoetnografia es un acercamiento a la investigación y escritura que busca describir y analizar sistemáticamente (graffa) la experiencia personal (auto) para comprender la experiencia cultural (etno)» (ELLIS et al. 2011, SI )3). FELICJ define a la autoetnografía como una práctica analítica creativa, expresión que toma de Laurel RICHARDSON para «designar aquellas prácticas analíticas que mezclan el lenguaje del arte con el de las ciencias sociales y que tienen como objetivo producir conocimiento social a través de una práctica creativa» (2007, p. 67). [10] En la reseña histórica que re 6 37 social a través de una práctica creativa» (2007, p. 267). [1 0] En la reseña histórica que reconstruye BLANCO (2012a; 2012b) señala que la autoetnografía comienza a utilizarse con más frecuencia en la década del ’80, aplicándose al estudio de grupos sociales que el/la investigador/a consideraba que se asemejaban a «sí mismo», su misma situación de clase, género, raza u ocupación laboral, por nombrar algunas variables posibles de corte.

Luego, en los años noventa se amplió el alcance para dar lugar «tanto a los relatos personales y autobiográficos como las experiencias del etnógrafo como investigador sea de manera separada o combinada – situados en un contexto social y cultural» (BLANCO 2012a, p. 55; 2012b, p. 172). LOS investigadores escriben sobre sus experiencias «que surgen y son posibles porque ellos mismos son parte de una cultura y tienen una identidad cultural particular» (ELLIS et al. 2011, S8). [1 1] Así, la autoetnograf[a es entendida como «la investigación, la escritura y el método que conecta lo autobiográfico y personal a lo cultural y social.

Este formato por lo general presenta la acción concreta, la emoción, la encarnación, la auto-conciencia la introspección» (ELLIS 2004 Cit. en DENZIN 2013, p. 207). De este modo, los/las autores/as e Investigadores/as escriben sobre su subjetividad, exponen su emocionalidad y muestran su participación e incidencia en el trabajo «para ilustrar las facetas de la experiencia cultural, y, de este modo, hacer que las caracteristicas de una cultura sean familiares para propios (insiders)y extraños (outsiders)» (ELLIS et al. 2011, 59). 12] Según ELLIS, en este subgénero «las distin 7 37 extraños (outsiders)» (ELLIS et al. 2011, 59). [1 2] Según ELLIS, en este subgénero «las distinciones entre lo personal lo cultural se vuelven borrosas» (1999, p. 673). Esto tiene relación con la posición epistemológica que lo sustenta, la cual afirma: «una vida Individual puede dar cuenta de los contextos en los que vive la persona en cuestión, así como de las épocas históricas que recorre a lo largo de su existencia» (FERRAROTI 1988 cit. por BLANCO 2012b, p. 170). 13] La potencialidad del género autoetnográfico para comprender el sentir y pensar de los/as actores/as tiene relación con la finalidad de la metodología cualitativa que «se preocupa por la construcción de conocimiento sobre la realidad social y ultural desde el punto de vista de quienes la producen y la viven» (VIEYTES 2004, p. 69); o, en otras palabras, se ocupa de estudiar «los objetos en sus escenarios naturales, intentando dar sentido a, o interpretar los fenómenos en términos de los significados que las personas les dan» (DENZIN & LINCOLN 2000, p. 4). 14] La autoetnografía como producto exige una escritura emocional, empática y comprometida; hablar en primera persona; exponer la propia subjetividad; atender al auto-registro, ser consciente del propio punto de vista y posición; y responsabilizarse por los procesos que se narran. De esta manera, el/la autora e investigador/a se sitúa a sí mismo/a en un situación similar al sujeto conocido para forzarse a problematizar y reflexionar sobre su propio habitus y las estructuras objetivas que contribuyeron a constituirlo (MARTÍNEZ 2014). La producción de textos que enlaza lo personal con lo cultural puede tomar diferen (MARTÍNEZ 2014).

La producción de textos que enlaza lo personal con lo cultural puede tomar diferentes formas pero, en general, la mayoría de los autores consultados insisten en que la autoetnograffa exige la utilización de formatos narrativos y de strategias literarias (BLANCO 2012b). A su vez, las tipologías de autoetnografias se diferencian «según cuánto énfasis se coloca en el estudio de otros, en el propio investigador y su interacción con los demás, en el análisis tradicional y en el contexto de la entrevista, como asi también en las relaciones de poder» (ELLIS et al. 011, 515). [15] Así, se entiende que la autoetnografía asume la imposibilidad de obtener conocimiento objetivo porque éste siempre estará mediado por la cultura y visión del mundo del investigador y por lo tanto reflejará su punto de vista. En consecuencia, reconoce l impedimento de construir conocimiento libre de valores y de alcanzar la distancia neutral con el objeto conocido (DENZIN 2014; poo PUERTO 2009). [16] Mi primer acercamiento a los barrios en los que realicé mi investigación fue visitando el ex CCDTyE Campo de la Ribera, en junio de 2010.

Hacía sólo tres meses que ese sitio había reabierto sus puertas; esta vez, como Espacio para la Memoria y Promoción de los Derechos Humanos. [1 7] Sólo 6,6 km / 11 ó 17 minutos es la distancia que google maps calcula entre mi casa y Campo La Ribera. Sin embargo, los pocos kilómetros que separan esta zona del centro de la ciudad o tienen relación con la distancia en términos materiales y simbólicos. [18] Tomé el camino recomendado y más d la distancia en términos materiales y simbólicos. [1 8] Tomé el camino recomendado y más directo.

Los consejos rezaban no equivocarnos, no ingresar a recovecos ni tomar alguna de las calles «sin salida». En palabras que no se dijeron se trataba de evitar prácticamente todo lo que existía en el camino: hombres y mujeres, pobreza y estigmatización. [1 9] Trascurridas varias cuadras en ascenso bordeando el río Suquía y unos metros antes de llegar al puente que conecta con la alle Estado Unidos, tuve la sensación visual de que alll• acababa el camino, creí que debíamos desviarnos porque la calle no continuaba.

Sin embargo, el camino continúa en descenso y el paisaje cambia. Después de esa línea imaginaria, el agua de la costanera parecía detenerse, comenzaron a rodear su curso matorrales mezclados con escombros y basura. [20] A medida que avanzábamos, era posible ver menos gente circulando en la vía pública, los pocos carteles que señalaban negocios pequeños estaban escritos a mano, los baldios eran sucursales menores del basural y muchas calles no estaban eñalizadas.

Se veían algunos caballos flacos atados a postes, y otros en marcha regresando o volviendo del centro, cargados de todo aquello que para otros fue basura. Senti urgencia por volver a cualquier lugar conocido. [21] La constitución de estos barrios como periféricos-marginales de la ciudad Córdoba es histórica. Tres cementerios, un leprosario, una cárcel militar que devino en CCDTyE y luego en escuela y una planta de elaboración de residuos cloacales componen una parte importante del paisaje en términos objetivos y subjetivos para los/las vecinos/as. Actualmente, sólo funci 0 DF 37